El pasado jueves Rihanna disfrutó de una noche de fiesta por Nueva York junto a un grupo de sus amigas más cercanas. La cantante y empresaria visitó un famoso restaurante llamado Caviar Russe, donde se quedó hasta las dos de la madrugada bebiendo champán y comiendo caviar y sashimi.
Tratándose de una estrella de la música como ella, nadie le puso malas caras ni trató de apresurarla cuando la hora de cierre llegó y pasó sin que hiciera amago de marcharse. Sin embargo, Rihanna era muy consciente de que el personal se había quedado trabajando más tiempo de lo habitual por su culpa.
En una situación así, cualquier otra celebridad se habría contentado con dejar una generosa propina, pero ella fue más allá. Lo más probable es que los camareros se quedaran de piedra cuando se levantó de su mesa para ayudar a recoger y apilar los taburetes contra la barra del bar. Puede que Rihanna sea uno de los pocos miembros del exclusivo club de los milmillonarios, pero no se le caen los anillos a la hora de limpiar tras de sí.